Los Bergagno son un matrimonio típico de docentes formado durante viajes por la República Argentina. Así fue como Francisco, maestro chaqueño, conoció a Mafalda, maestra cordobesa, se enamoraron y se casaron. Tuvieron varios hijos: el primero Richard, nació en el Chaco. Después, la familia se mudó a Córdoba donde nacieron Carina y Pablo. Y finalmente, cuando estaban en General Roca, Rio Negro, nació Fernando. A los 2 años el pequeño Fernando tuvo su primera mudanza cuando sus padres regresaron a Barranqueras en el Chaco. Allí el menor de los hermanos Bergagno se crió y estudió en la escuela primaria. La secundaria la hizo en Resistencia, la capital de la provincia que apenas está separada de Barranqueras por una estatua. Fue en ese momento que la música apareció en su vida. Fue en forma casi accidental: Fernando tenía catorce años y descubrió un teclado que le habían regalado a su hermana. Rudimentariamente empezó a tocarlo, acompañando a su hermana que cantaba. La unión musical sirvió para que Fernando descubriera que también él podía cantar. Entonces los dos empiezan a cantar en la iglesia de su barrio. Mientras tanto Fernando continuó estudiando: completó el secundario y más tarde ingresó a la Universidad Tecnológica Nacional, donde cursó ingeniería electromecánica. Sin abandonar sus estudios, Fernando fue metiéndose cada vez más con la música, esta vez ya con un grupo de amigos. La banda fue formalizándose y Fernando tocaba teclados y cantaba algunas canciones, generalmente temas de rock nacional, clásicos de Los Redondos y los Ratones Paranoicos entre otros. Cada vez más metido en la música, Fernando pasa a otro grupo, esta vez orientado al folclore. Día a día va formándose su personalidad musical, hasta que con una de esas bandas gana el premio “Revelación Chaco” en octubre de 2002. Decidido a llevar hasta las últimas consecuencias su pasión musical se anima a presentarse en el Pre Cosquín, la selección previa para participar del más relevante de los festivales folclóricos que se hacen en el país. En esa oportunidad la banda lo acompaña y Fernando debuta como solista. Consigue el segundo puesto en la competencia con Mención Especial. Este galardón le permitió participar en una de las nueve lunas del festival, una auténtico sueño hecho realidad. Pero ese no fue el fin de la historia, si no el comienzo. Fue allí, en Cosquín, cuando Fernando descubrió la publicidad del programa de televisión que cambiaría su vida: “Operación Triunfo”, que convocaba a los jóvenes con inclinaciones artísticas a un casting nacional. Sin poder sacar de su mente la promoción del programa, Fernando regresó al Chaco después de su histórica incursión en Cosquín. En ese momento era un aventajado estudiante de segundo año de ingeniería electromecánica que tenía que empezar a rendir las materias de tercer año. Fernando le comentó a su hermana el sueño que lo desvelaba y apoyado por ella, sin dinero y con apenas una mochila, se largó para Buenos Aires. Ese viaje ya forma parte del anecdotario de la primera edición de “Operación Triunfo Argentina”. Lo que vino después fueron dos intensas semanas de casting. Fernando, todo un extraño en Buenos Aires, recibió el afecto y apoyo de su padrino de confirmación, el hermano Juan Acevedo, quien le brindó alojamiento y comida en el Cotolengo de Claypole. Allí lo hicieron sentir menos solo y le infundieron valor cada vez que veían que flaqueaba. Hasta que la producción del programa le comunicó que estaba seleccionado entre los 40 finalistas. Con una ansiedad incontenible, Fernando regresó al Chaco a esperar junto a los suyos la decisión final. Una semana más tarde lo llamaron para verificar sus datos y le comunicaron que estaba dentro de la Academia del ciclo televisivo. El resto es historia: las tres oportunidades en las que casi estuvo afuera y fue rescatado por la gente, y todas las cosas que vivió y que le ayudaron a crecer artística y personalmente le permiten haber lanzado su primer cd como solista bajo el nombre "Para mi gente". En diciembre de 2004 sale a la venta un nuevo material discográfico de Fernando bajo el nombre de “Qué más puedo pedir”.