Artista

Piti Fernández

CONMIGO MISMO

2017

12 PEQUEÑO GRAN ORADOR

Sur, riachuelo y después,
decir Pompeya es café,
empedrados y glicinas,
en una porteña esquina,
un niño soporta fríos,
desayunando matinas.

Al más fuerte, de pequeño,
soportando la neblina,
fumata de chimeneas,
entre 8 A y Famatina.

El niño, cargando el peso
de las noticias del día,
que aliviarán sus excesos,
la llegada del tranvía,
canillita, cara rota,
la vida, precoz canilla.

Que te hace sudar a gotas,
a mares, a maravilla,
las de un plato de comida,
la de nuevas zapatillas.

Pequeño gran orador,
ni una mirada a hurtadillas,
proposición de un señor
que le dice: “che, canilla,
aquí te entrego la llave
para salir de la villa”.

Esa villa, en la que habita,
son multitudes de ferias,
conventillo colectivo,
donde no existen miserias,
donde el vecino es amigo
y, el compartir, cosa seria.

A encierros, pupilos,
los sueños descansan,
baldazo sin píos,
duermen las esperanzas.
Macabra limpieza,
y los niños tropiezan.

Los huesos arden de fiebre,
lo ataca una enfermedad,
punto límite que es quiebre,
para tan temprana edad,
los sueños remontan vuelo
en su loco divagar.

La fiebre muere de celos,
el amor lo pudo más,
los abuelos de Lugano
mataron la enfermedad.

Pequeño gran orador,
esta historia continúa,
recibí una asignatura
como un regalo de azar.
La asignatura pendiente,
si duele, apretá los dientes
aunque ya no puedas más.
Si duele buscá en el cielo
a la estrella que te guía,
si hay lágrimas, hay pañuelos,
si hay pibes, habrá tranvías,
porque hay mucho por viajar,
así que viví, vivila,
que lo mejor de la vida
recién está por llegar.
Recién está por llegar.