Artista

Rozalén

CUANDO EL RÍO SUENA...

2017

4 JUSTO

Calla, no remuevas la herida,
llora siempre en silencio,
no levantes rencores,
que este pueblo es tan pequeño;
eran otros tiempos.

Calla, no remuevas la herida,
llora siempre en silencio,
no levantes rencores,
que este pueblo es tan pequeño;
eran otros tiempos.

Todos le llamaban Justo,
“justo” de nombre y de acción,
el mayor de cinco hermanos,
elegante, el más prudente de un pueblito
de la Sierra del Segura,
sastre y leñador de profesión.

Se hablaba con la Ascención,
morenita, la de Amalio,
de los pocos que leía, estudiaba por la noches,
en los tres meses de invierno
él cantaba por las calles,
siempre alegre, una canción.

Al final del ’38 son llamados a la guerra,
la generación más joven, la quinta del Biberón,
se subieron al camión
como si fuera una fiesta,
pero él fue el único que no volvió.

Y ahora yo logro oírte cantar,
se dibuja tu rostro en la armonía de este lugar.
Y ahora yo logro oírte cantar,
si no curas la herida duele, supura, no guarda paz.

Tras trece días sin noticias,
la alegría de un segundo,
llega una carta de vuelta, otra de su compañero,
“fue una bala”, nos leía el diario,
“me quedé con su cuchara,
la guerrera y el mechero”.

La madre Llanos baja
gritando por la cuesta
“canallas, me lo habéis mata’o”,
sin una flor, sin un adiós,
la única tumba, la de su corazón.

Pero ahora yo logro oírte cantar,
se dibuja tu rostro en la armonía de este lugar.
Y ahora yo logro oírte cantar,
si no curas la herida duele, supura, no guarda paz.

No guarda paz, no guarda paz,
no guarda paz.
No guarda paz, no guarda paz,
no guarda paz.

Quiéreme niña, quiéreme niña,
quiéreme siempre.
Quiéreme tanto, quiéreme tanto
como te quiero.

A cambio de esto, yo te daré
la caña dulce, la dulce caña
y el buen café.
La caña dulce, la dulce caña
y el buen café.